Escribujo presenta a Patrick Swayze en "Atardecer Rojo"

Solo faltaba un marcapasos. Después de tanto trabajo. De meses y meses de luchar contra las adversidades del proyecto. Adversidades tanto económicas, como técnicas, médicas y morales. Por fin todo se completaría. Podríamos ver si nuestro plan maestro tendría las consecuencias que buscábamos que tuviese. 

Hoy recuerdo de forma vaga la noche en que cocinamos este plan loco. No sé si por los meses que han pasado o por la cantidad de DYC con Sprite que había consumido. Recuerdo estar sentado en la barra del Memphis, un bar de Ciudad Real en el que según pidas el refresco de botellín o de botella de dos litros el cubata será cincuenta céntimos más caro o más barato. Como siempre, entre trago y trago, entre excursión a fumar y excursión a mear, nos pusimos a arreglar el mundo. Que si a mi me van a despedir, que si yo estoy en el paro, que a mi madre le bajan la pensión... Y como corolario a todo esto siempre sentenciábamos con "los políticos son unos cabrones". La verdad es que las hostias que veníamos recibiendo y el miedo a convertirnos en lo que, sin saberlo, ya éramos, una generación echada a perder, nos estaba radicalizando. Nunca nos habíamos descrito como de izquierdas pero el ver como los derechos sociales se iban alejando de nosotros nos transformaba en comunistas por necesidad. Y precisamente comentando esta deriva ideológica fue cuando todo surgió.


Ahora que lo pienso fui yo el que dijo estar convirtiéndose en un comunista por necesidad y estar ocultándolo por hambre. Entonces Jorge se quitó las gafas de pasta, de estas que llevan ahora los modernos, me miró serio y puso la semilla del proyecto. "Tendría que surgir un líder obrero con carisma para unirnos en la lucha. Alguien como Lenin". Yo le dije que nunca existiría otra figura como Lenin. A lo que él contestó "Pues resucitémosle". Lo dijo de una forma tan simple que noté que hablaba en serio. Yo estaba chuzo perdido y seguramente por eso lo recibí como una idea cojonuda. Resucitamos a Lenin y que nos lidere. Aunque muchos pensarán que esto era una tontería de borrachos nos pusimos manos a la obra sin titubear. Le pedimos al camarero bolígrafo y papel, y que dejase la botella de Whisky en nuestra mesa. Comenzamos el proyecto. ¿Qué pasos necesitamos dar para resucitar a Lenin? Puff... yo soy consultor de comunicación y Jorge es ilustrador. Quizás necesitamos volver al pasado y estudiar medicina, biología, ingeniería... y ruso. ¡Eso! Lo primero que necesitábamos era enseñarle español...

De esta forma tan precaria, hipotética e ilusa comenzó todo. Con la ayuda de nuestros amigos y de personajes de reputación, como mínimo cuestionable, y después de un viaje relámpago a Moscú, disfrazados de Albano y Romina, para robar el cuerpo embalsamado de Lenin (esta es otra historia que contaremos más adelante) conseguimos los medios para llevarlo a cabo. Marín está dando el último retoque al marcapasos y el profesor de Español espera sentado al lado de la camilla.

Vladímir Ilich, Bienvenido.

Escribujos en la tercera fase

Como todas las noches, caminaba de regreso a casa después de un duro día en la mina de sirope. La calle estaba especialmente lúgubre, pero había hecho tantas veces ese camino que lo podría recorrer con el ojete cerrado. Además andaba distraído pensando en sus cosas. Buscando la mejor manera de matar a sus jefes sin acabar con los huesos en la cárcel.

Se cruzaba con gentes de todos los lugares del mundo. Con músicas y olores de culturas de los cinco continentes. Con vecinos que gritaban y bailaban. Con parejas discutiendo a voces. Pero nada conseguía sacarlo de sus pensamientos. Al doblar la última esquina antes de llegar a su portal, se topó de bruces con un señor de estatura media. Estaba muy oscuro, por lo que no podía ver su rostro. Pero por el olor diría que era un yonki que se había alejado un poco de su barrio. Articuló un "disculpe" tan bajo que prácticamente era un susurro, y siguió avanzando por la calle. Nervioso. Acelerando el paso hacia su portal.


Sentía que los pasos se acercaban. Sacó las llaves e intentó abrir la puerta como un rayo. Pero los nervios provocaron que se le resbalaran de las manos. Las recogió y cuando consiguió meterlas en la cerradura una mano se posó en su hombro. Impulsivamente se giró con intención de propinar un golpe certero a su agresor, pero en ese momento una voz rompió el silencio. "Compadre, ¿no reconoces a tu camarada?"

Se paralizó e intento reconocer el rostro de aquel que le hablaba con familiaridad. "¿Yorch?" preguntó casi temiendo que la respuesta fuera afirmativa. "Exacto chavalín".

Era él, sin duda. Tenía una barba que le llegaba a la ingle, y su ropa parecía un montón de trapos malolientes. Pero a la luz de los halógenos del salón aún se reconocían los ojos vivos y las manos hábiles que le caracterizaban. Nadie pidió explicaciones por su aspecto, ni por su dilatada ausencia, y nadie las ofreció. Sólo pronunció una frase "Ha llegado el momento de volver". Suficiente para que en su aspecto desaliñado, casi de mendigo, sólo se pudieran intuir pinceles y lápices.

Un largo abrazo y manos a la obra.

Escribujo en Hollywood en los 80s o 90s

Quizás su mayor inspiración había sido Laura Holt, protagonista de la mítica serie con la que Pierce Brosnan saltó a la fama, Remington Steele. Una detective privada monta una agencia y se inventa un socio hombre, para evitar que el hecho de ser mujer le impida poder trabajar. Un entorno machista que aprovecha Pierce para hacerse pasar por el socio y vivir eróticas aventuras.

Aunque había una película de Eddie Murphy llamada Su distinguida señoría, que también había sido semilla de sus actos. En ella un congresista llamado Jeff Jonhson muere, y un estafador aprovecha que se llama igual para presentarse a las elecciones y ganar.

Pero no era la única en la que se encontraban ideas que había llevado a la practica en su plan para hacerse pasar por Bujo. Este muerto está muy vivo, un clásico entre los clásicos, o Two Much, en la que Antonio Banderas (además de conocer a su futura esposa) es Art Dodge y se hace pasar por su hermano gemelo inventado, Bart Dodge, para tirarse a dos mujeres a la vez.


El caso es que ya que no le quedaba otra opción. Decidió robar un dibujo aleatorio de una web de un ilustrador anónimo, y hacerlo pasar por un original de su compañero. Como si se tratase de una comedia de enredos, se dieron muchas situaciones en las que estuvo a punto de descubrirse la falsificación, hasta que el autor de un blog de la competencia lo hace público para dejarles en evidencia.

Como giro final resulta que el dibujo, por una carambola del destino, sí que era de Bujo, ya que Escri lo había sacado de su blog sin darse cuenta.

¡Corten! ¡A positivar!