Blacanieves ya no era aquella chica joven y estilizada. Ya no tenía la voz aflautada, y había dejado de ser dulce y vivaracha. Los cinco partos habían destrozado su figura, y la adicción crónica al tabaco y los ansiolíticos habían acabado con su salud física y mental. La viruela dejó marcas en su piel, y los copiosos banquetes de la corte le hicieron engordar desmesuradamente.
Los abogados del Príncipe Azul le arruinaron en el proceso de divorcio, y apenas tenía lo suficiente para malvivir. Los pocos ahorros que había ido guardando los perdió en una estafa piramidal, llevada a cabo por La Bella Durmiente, que resultó ser muy "despierta", y se decía que se había fugado con todo el dinero a Brasil. Blancanieves se había convertido en un despojo social. En una paria sin presente ni futuro.
Pero eso no le importaba a Gruñón. Siempre estuvo enamorado de ella, y aún lo estaba. Por fin había reunido el valor suficiente para declararse, y abandonaría a los otros seis enanitos para iniciar una nueva vida con su amada.
Como la vida misma¡¡¡¡¡¡ pero que desilusión me he llevado con la Bella durmiente.
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