Escribujando a Richard Pryor


Hoy, viendo que se acerca el final, quiero contar la historia de mi vida.

En el Instituto, yo era un prometedor jugador de Blernsball. Todos querían estar a mi lado. Las chicas querían salir conmigo. Digamos que era una persona popular. Pero en la final del Campeonato Estatal de Delaware me rompí el hombro, y mi carrera deportiva se fue al traste. No había cuidado mis estudios, ya que centré todos mis esfuerzos en el Blernsball, por lo que no llegué a ir a la Universidad.

Pasando penurias conseguí mi primer empleo. Era el cuidador de un niño de una familia de millonarios. Bueno, en realidad era su juguete, ya que hacía conmigo lo que quería. Como no me parecía digno busqué trabajo en la Fábrica de Machinchetes de la ciudad, pero llegó un momento en que nos despidieron a todos y la trasladaron a un país del Sudeste Asiático. El estrés por la situación me causó una ceguera transitoria, durante la cual viví algunas aventuras con un amigo sordo que tenía por entonces.

Un día de Mayo me llegó una carta certificada. Había heredado 30 millones de dólares de un tío lejano. Por fin la suerte me sonreía. Cuando fui a recogerlos me comunicaron que había una cláusula en el contrato. Si gastaba todo el dinero en un mes heredaría otros 300 millones de dólares. No lo dudé ni un momento. Fiestas, mujeres, lujos que avergonzarían a todos los jeques del petróleo... El dinero salía de mis manos tan rápido que terminé de gastarlo en 22 días.

Cuando fui a cobrar el resto de la herencia mi sorpresa fue inmensa. Resulta que el abogado que me explicó lo de la cláusula de los 300 millones era un becario con trastorno bipolar, que ya había sido despedido. Nada era cierto, y yo había dilapidado el dinero de la herencia.

Me refugié en el alcohol. He vivido como un pordiosero 15 años. Comiendo de cubos de basura y durmiendo entre cartones. Otro mendigo loco con el que coincidía de vez en cuando, llamado Goddard Bolt, aseguraba ser millonario, pero que vivía en la calle por una apuesta. Por lo que mi historia seguramente suene a otro desvarío de un borracho sin solución.


El vino peleón y las comedias de los ‘80 han conseguido que no sepa diferenciar la ficción de la realidad.

3 comentarios :

  1. Las bombitas dan la vida a los Escribujos!!

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  2. Tienes razón Iñaki, la avaricia rompe el saco, y desde luego a más de uno le habrá pasado por dilapidar lo poco o mucho que tenía. El amigo sonsumismo tiene la culpa que ahora muchos se vean pobres, por ejemplo como nos demuestra este genial dibujo de Jorge ¡ moviles de ultima tecnología! etc., etc.,.......

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