La vida del pirata siempre ha girado en torno al Grog, los tesoros y el mar. Algunos autores los han pintado de forma poética. Como caballeros de honor. Pero este mito no puede estar más lejos de la realidad. El verdadero ambiente entre los bucaneros era tosco y peligroso. Un entorno en el que si mostrabas un punto débil, eras devorado. Donde te pasaban a cuchillo sólo por el hecho de que mostrases una flaqueza física o emocional. La vida no valía nada.
Entre estos personajes destacaba el capitán de una pequeña Goleta, pero con fama de indestructible, que era conocido por su coraje y su fiereza. Se trataba del Capitán Bloodbadfat. Los marineros más viejos de la cantina dicen que navegó por todo el Caribe con el famoso Guybrush Threepwood, y antes de que este se retirase a los cabos de Florida, donde montón una tienda de Benetton, le nombró capitán de su barco. Este barco lo perdió apostando contra los Harlem Globetrotters, pero acumuló de nuevo una pequeña fortuna recogiendo las monedas que la gente echaba en las fuentes, compró la Goleta y desde entonces se le considera el azote de los siete mares.
La gente ve en él a un ser fiero, sanguinario y cruel, pero es sólo una fachada para sobrevivir en un mundo tan violento. Como todos los piratas, el Capitán tenía una mujer en cada puerto, pero su secreto mejor guardado estaba en una pequeña posada del puerto de Isla Tortuga. Una persona con el pelo moreno y lacio, con los ojos del color del mar al atardecer, que regentaba el establecimiento, era la debilidad de Bloodbadfat. Cada vez que llegaba a verle le traía las más finas sedas, las joyas más ostentosas... Carlos se llamaba, y era un muchacho de unos 21 años que amaba con locura al capitán.
Pero debían mantenerlo en secreto, pues si en el círculo de piratas se supiese esa relación no tardarían en hacerlo desfila por la plancha o colgarlo del palo mayor.
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