Todo empezó como una manera de perder barriga. Había probado en varias ocasiones salir a correr por el parque, pero acababa caminando. Me apunté al gimnasio para hacer máquinas. Un poco de cinta, algo de bicicleta, y pesas. Pero sin un entrenador que me diga lo que tengo que hacer, y sobre todo, que me meta caña, no tardaba mucho en dejar de ir.
Un día un amigo me comentó que estaba practicando un nuevo arte marcial en una escuela cerca de mi casa. Me pareció un buen método para conseguir mi peso ideal y mantenerme en forma. Al principio todo era normal. Yo nunca había practicado artes marciales, así que me chocaba el gran respeto hacia el maestro y el protocolo, pero no me costó adaptarme. Me resultaba muy fácil aprender cada movimiento, y en poco tiempo adquirí un buen nivel. El Maestro se me acercó un día y me preguntó que nivel de implicación quería tener con el grupo. Yo, guiado más bien por el respeto a su figura que por el convencimiento propio, contesté "máxima implicación". No sabía donde me estaba metiendo.
Desde ese momento comenzó un nuevo entrenamiento. Mucho más duro, y lo más extraño de todo, entrenábamos en secreto. Cuando había cerrado el gimnasio, o en el sótano del edificio. No tarde en adquirir unas habilidades que envidiaría el mismo Bruce Lee. Por descontado, me hicieron jurar que no revelaría nada de lo que hacíamos en nuestros entrenamientos especiales.
De repente, un día cambió todo. El Maestro dijo que era el momento de actuar. Nos explicó que en todo el mundo, su gente había entrenado a chicos como nosotros para combatir el mal, y que ese día era la fecha señalada para comenzar la cruzada. Mis compañeros estaban emocionados, pero a mi todo me olía rancio, a Secta religiosa... Fingía entusiasmo para no meterme en líos.
Todas mis sospechas se confirmaron cuando nos comunicaron el primer objetivo de nuestra guerra contra el mal. Un "malvado" banco que robaba a la gente con intereses desproporcionados. Todos exclamaban vítores, pero a mi me parecía que querían que atracásemos un banco para ellos. Pero aunque tenía ciertos reparos con que me utilizasen, no tenía ninguno con saquear.
A día de hoy sigo recorriendo la noche, vestido de Ninja, con esta secta de pirados, llenándome los bolsillos en nombre de la justicia.
Dice: Publicar un comentario en la entrada, que comentario,sobran los comentarios,
ResponderEliminarPorque? porque la historia y el dibujo son buenisimos