Las ventosidades de Escribujo.

Maldita reunión de trabajo. Llevo aguantándome la ventosidad veinticinco minutos, y la presión intestinal sigue en aumento. Mi esfinter está haciendo esfuerzos sobrehumanos, resistiendo los continuos embistes que desde mi interior le atacan. Ahora me vienen a la cabeza las clases de Química del colegio. Cuando la profesora Arancha nos explicaba lo de la expansión de los gases. ¡Malditas leyes naturales! 

Al principio no me costaba sostener el pedo. Al cabo de un rato ha emezado a ser molesto, para convertirse en la brutal tortura que es ahora mismo. ¿Y si me lo tiro? El olor es un problema, porque sé que después de la comilona de anoche será apestoso. Pero siempre podría fingir que yo no he sido. Lo típico, pongo cara de asqueado y les miro a todos con expresión inquisitoria. El problema es el sonido. Puede que hace 10 minutos hubiese sido posible que el pedo no sonara. Como mucho un casi inapreciable "pissshhhhhh". Pero no ahora. Ahora mi recto es como un globo muy hinchado. Si lo pinchas, explota. 

¡Bah! Qué demonios. Me lo tiro y que sea lo que Dios quiera. Empiezo. Voy relajando los músculos poco a poco, para intentar liberar presión y sacarlo poco a poco. Aquí viene el "pissshhhhh" deseado. El secreto es la concentración. Parece que termina. Sí, acabé. Ahora preparado para poner cara de asco. Lo importante es no ser el primero en alertar del olor. Pero hay que ser rápido para que cuando uno de ellos descubra el pastel, podamos reaccionar con cara de pensar. Fruncir el ceño y mirar al más vergonzoso de todos. Le pregunto que si se ha tirado un pedo, y todos las sospechas caerán sobre él. 

Parece que el Director Comercial ya ha percibido mi regalito. Preparado para culpar al informático... Ehhhh. ¿Qué es ese calor que siento dentro de mis pantalones?

2 comentarios :

  1. Un simple jajaja, no es suficiente, para expresar, la risa que me ha dado con esta historia, además la cosa sería gorda por lo verde que está el tio

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