Los versos de Vampirúla y Escribujo.


La pasión de Vampirúla duró una eternidad.
Amó a un lobo-hombre Salvaje pero educado. 
Y aunque ella estaba rendida y él enamorado, 
su amor era puro y mantenían su castidad.

Paseaban por el bosque alumbrados por la luna.
Se hacían cumplidos y manitas inocentes.
Él miraba hipnotizado, y ella tenía en mente, 
que el apuesto licántropo la amaba como a ninguna.

Una noche Vampirúla salió de su castillo, 
y fue donde de su amado a darle una sorpresa.
Entró sin llamar y lo vio sobre la mesa, 
besando, lamiendo y montando a un caniche, el muy pillo.

Vampirúla perdió los nervios. 
Entró en estado de shock. 
Asomó unos colmillos tiesos 
y acabó con los dos.

El caniche devorado, ensangrentado, descuartizado. 
Y no corrió mejor suerte su amado,
al que cortó cabeza y abandonó desmembrado.

Al entender lo hecho quiso emprender la huida.
Dejó papeles en orden y preparó el equipaje.
Pero la pena no desaparecería con un viaje.
Así que decidió acabar con su vida.

Suicidarse un vampiro no es ninguna tontería. 
Son inmortales excepto en contados casos. 
Solo les mata el sol, una estaca o los ajos. 
Vampirúla en su casa nada de eso tenía.

Arrancó una pata de la mesa del comedor,
con un machinchete lo afiló por un lado.
lo puso en su pecho y pensando en su amado 
lo hundió fuerte en su cuerpo y murió con honor.

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