Escri without Bujo

Era la décimo quinta vez que le respondía el buzón de voz. De nuevo dejó un mensaje intentando ocultar el ansia y la preocupación. Todo estaba parado y Escri era incapaz de localizar a Bujo. 

No era la primera vez que su compañero desaparecía durante un tiempo, pero nunca antes había dejado de contestar a la llamada de los pinceles. Era amigo de salir a tomar un café un martes por la tarde, y terminar cuatro días después, medio inconsciente, en una acera de una ciudad de otra provincia. También había periodos en los que se encerraba en su mundo interior, desconectaba el teléfono, y se dedicaba exclusivamente al noble arte de comer pizza, beber cerveza y jugar a la consola hasta que los días sin dormir le impedían mover los dedos sobre los botones del mando.


Pero esta vez era distinto. A Escri le habían confirmado que se había visto a Bujo caminando por el parque o comprando el pan. Los más viejos del bar aseguraban haberle visto hace semanas, y solo pidió un Frutopía tropical. En la tienda de videojuegos no sabían nada de él desde Semana Santa. Los borrachos que se reúnen en el parque frente a su portal creían haberle visto salir arreglado y bien peinado, de una manera que antes jamás le habían visto.

Esto empezaba a preocupar muy mucho a Escri. ¿Qué estaba pasando? En el periódico local se hablaba de sectas ultra-religiosas que captaban a ciudadanos y les reunían a cantar himnos. La iglesia de la Cienciología empezaba a tener cada vez más incautos adeptos. Los masones volvían con fuerza. Los Testigos de Jehová seguían su evangelización del pueblo. El Athletic Club de Bilbao estaba en puestos de Champions league. Podía haber caído Bujo en alguna de estas pseudo-religiones? Nunca fue muy espiritual, pero podría pasar.

De lo que estaba seguro es que nunca podría suplirle. Necesitaba encontrarle de nuevo. Pero mientras la banda de albano-kosovares que había contratado para localizarle hacía su trabajo, alguien tenía que dibujar. Escri se puso manos a la obra y, con esfuerzo y sacrificio, dibujó como si su vida dependiese de ello. Y aunque no era exactamente un virtuoso consiguió sacar algo decente.

The Show must go on.

Escribujo On Fire

Cuando tenía 14 años, uno de mis profesores dejó en ridículo a uno de mis amigos. Le sacó a la pizarra y le preguntó un tema de la asignatura. Mi amigo, llamemosle Eric, era un chico brillante, pero tenía un defecto en el habla. No pronunciaba bien las erres. Esto había provocado en él un pánico supino a hablar en público. Con lo que sus exposiciones eran una mezcla de tartamudeos, erres mal pronunciadas, sudores y tics nerviosos. El profesor sabía perfectamente que Eric tenía este problema, pero disfrutaba haciéndole sufrir. Le gritaba y le insultaba. Le decía que era un inútil. Y un día le dio un bofetón al mandarlo a su sitio.


Hasta ese momento todos asistíamos impasibles al sacrificio en los leones de nuestro compadre. Pero ese día algo cambió. Ese bofetón encendió una llama en mi interior. Me empecé a poner nervioso. La piel me ardía. Los ojos me presionaban dentro de las cuencas y un zumbido iba in crescendo en mis oídos. Los de mi alrededor me miraban con cara de pánico y se alejaban de mi pupitre. El profesor comenzó a gritarme, a chillar. Decía que me estuviese quieto, que me la iba a cargar. Pero ya había perdido el control. Sentí como por todos los orificios de mi cuerpo surgían llamas y perdí el conocimiento.

Al despertarme la clase estaba desierta y devastada. Los muebles aplastados contra las paredes y restos de papel flotaban llameantes. Sólo se distinguían dos figuras. Una de ellas era Eric, que sonriente me sujetaba la mano preocupándose por mi estado. La otra era una masa deforme de carne mezclada con lo que momentos antes eran el pantalón vaquero y el polo verde de Springfield de mi profesor. Miré a mi amigo con cara de pánico, y el sólo dijo que todo había terminado, susurrando un gracias al final.

Después de aquello, mi familia se mudo de ciudad, huyendo de las habladurías. Me llevaron a mil psicólogos, psiquiatras, neurólogos y mediums, pero nadie supo decir que me había pasado. Al final decidieron internarme en un centro de salud mental, donde con medicamentos y meditación me enseñaron a controlar mis "trances" devastadores. Gracias a ello hace 16 años que no he vuelto a tener un episodio de ese tipo.

Llevo una vida normal y nadie a mi alrededor, excepto mis padres, saben nada de mis peculiaridades. Pero algo dentro de mi se está despertando. Los negreros, inútiles, niñatos y romanceros pagados de si mismos están poniendo nervioso a una parte de mi mismo que debe permanecer dormida. Cada vez que me fustigan a mi o alguno de mis cercanos con sus látigos de mediocridad me sube la fiebre y tengo visiones de luces brillantes que se mueven a toda velocidad. Hace tiempo que la meditación y medicación no son tan efectivas como en tiempos pasados. Tendré que alejarme de esta fuente de ira o acabaré haciendo frente a mi destino y al suyo. Tengo ganas de dejarme llevar.

Escribujo Resurrection


Hacía tiempo que nadie sabía de ellos. Los más viejos del bar contaban historias y aseguraban que Habían muerto de éxito. Al igual que otras de las grandes figuras públicas que habían tenido un ascenso explosivo, como Amy Winehouse o Ramoncín, no supieron gestionar su fama, y sucumbieron bajo su peso.


La última vez que alguien vio a Iñaki en público fue en un bar de striptease, donde, con un aspecto desaliñado, introducía billetes de 100 euros en el tanga de una bella mujer del este. Se dice que después de esto entró en una clínica de desintoxicación para tratar una peligrosa adicción a los caramelo Pikota, que estaba destrozando su salud y acabando con la fortuna que había ganado escribiendo en el blog Escribujo. Se habla de que la víspera del día mundial del Pueblo Gitano, se escapó por la ventana de su habitación y se perdió corriendo en camisón por entre los árboles del bosque que lindaba con la clínica. Uno de los enfermeros que le vio fugarse, asegura que mientras galopaba por la arboleda se le oía gritar "¡¡¡Por el poder de Hanna-Barbera!!!".

El caso de Yorch es todavía peor. Existen varias versiones sobre su destino. La que han dado los periodistas del papel couche es que había perdido millones jugando a la bolsa. Cuentan que uno de sus más cercanos amigos, cuyas iniciales eran E R L, le aseguró que el LaserDisc volvía fuerte, y que era el momento de invertir en ello. Yorch, tan estúpido como rico, utilizó todo su capital para hacerse con el control de esa industria. Pero resultó que lo que volvía fuerte era el MiniDisc. Lo perdió todo, y se dice que se retiró como monje en la Iglesia de la Cienciología.

La versión de diferentes personas cercanas a él era más desgarradora  Según ellos, una vez alcanzado el techo del mundo sólo le quedaba un camino. Precipitarse al suelo. Imitando el argumento de su película favorita "Qué asco de vida", hizo una apuesta con Yandar, de Yandar y Yostin,  uno de sus nuevos amigos millonarios. La apuesta era que debía sobrevivir un mes como un mendigo y doblaría su fortuna. Pero si no era capaz lo perdería todo. Dos días después era adicto al vino peleón, vendía La Farola y había olvidado quién era. Ahí se le perdió la pista para siempre.

Pero hoy, en un callejón oscuro de una ciudad perdida en la meseta manchega, dos hombres se reúnen entre las sombras. Susurran proyectos de levantar de nuevo un imperio. Las heridas de la vida reflejadas en sus rostros, muestran sus almas rotas por acontecimientos salvajes. No hay sonrisas ni colores, pero el brillo de sus ojos dan luz a la ilusión, al talento y a la determinación de ser grandes de nuevo. Uno escribe, el otro dibuja, y los dos comenzarán una nueva revolución neocreativa que hará temblar los cimientos del mundo audiovisual OnLine.

¿No te da? Escribujo si te da.

Esta es la historia de Marcelo González-Pons. Un chico Valenciano que abandonó su tierra natal para ir a hacer fortuna a la capital. Siempre había vivido a la sombra de su hermano, que se había hecho un nombre en política. Aunque le propusieron aprovechar las influencias de su hermano para conseguir un trabajo fácil y bien remunerado, optó por estudiar una carrera con buenas salidas profesionales. Al final estudió Filología Hispánica.

Cuando terminó sus años de universidad se lanzó al mercado laboral. Un mundo nuevo se abría ante él. Pero pronto le empezaron a llover hostias. Encontrar trabajo era una labor imposible. Nadie quería a un filólogo. Tuvo que aceptar trabajos precarios y mal pagados, que rozaban la ilegalidad. Le explotaban en negocios sórdidos. Hubo un momento en que se planteó alistarse en el ejército, para tener alojamiento y comida, pero aún le quedaba algo de conciencia, así que optó por pescar monedas en las fuentes de la ciudad.


Era un día de febrero de 2013, y apuraba un cartón de vino sentado en un banco del parque del Retiro. Dentro de su estado de embriaguez constante, repasaba en su mente su trayectoria, sus errores y los pasos que había dado para encontrarse en esta situación desesperada. Sintió como su alma por fin se había rendido. Y por primera vez se veía con determinación para acabar con todo. Con gran dificultad se puso en pie. un frío le recorrió el cuerpo. Desde los pies  pasando por el pecho y alojándose en su cabeza. Tardó un par de segundos es sentirse confiado para dar el primer paso sin caer al suelo de nuevo. Tambaleándose, se aproximó al borde del estanque. Pensativo, observaba su reflejo en la superficie ondulante del agua. Un paso y todo acabaría. La gente pasaba por su lado sin tan siquiera ser conscientes de su presencia. De sus intenciones.

En el momento en el que se arrancaba a dar el paso algo le paralizó. inmóvil comenzó a ver el color de las flores. Sintió el aire golpeando su cara y llevándose con él la tristeza. Arrastrando su desesperación. ¿Qué era ese sonido? ¿Ese ritmo? ¿De dónde prevenía? Una música que le llamaba. Giraba la cabeza de un lado a otro buscando el origen de sus sensaciones. Un grupo de chavales, sentado en el césped  escuchaba esa canción. Se acercó a ellos. Le miraban con miedo, precavidos, suponiendo que les pediría un cigarro, un euro para el metro... Pero Marcelo sólo podía pensar en esa canción. Con los ojos enrojecidos, y la cara cansada les preguntó ¿Qué es esto? Casi murmurando, uno de ellos contestó "Esto es AMATRIA".

A Marcelo se le dibujó una sonrisa en los labios. Se dio la vuelta y se fue silbando.

AMATRIA lanza su segundo single "NO TE DA", incluido en su nuevo disco "SALIR ILESO" (a la venta en Abril).

Escribujamos Amatria para Salir Ileso


Y por fin podemos escuchar lo nuevo de AMATRIA. Aunque su nuevo disco "SALIR ILESO", no estará a la venta hasta Abril, ya podemos  escuchar alguna cosilla.

Hoy van a salirte las alas

Se trata de dos temas. Los sofás de mis amigos y Dios Verdadero (como extra, ya que esta segunda no estará en el disco). Los sofás de mis amigos (en adelante Los Sofales) desde el principio me trajo a la mente la música de los años 50. Es divertida y alegre. La electrónica de fondo, adaptada al buenrollismo. hogareño. La primera vez que escuché Los Sofales se me caían lágrimas de emoción (¿Exagerado? Sí, pero qué le vamos a hacer. Soy un moñas). Y Dios Verdadero. Amatría en estado puro. Mi mayor apuesta está en la cara B... Soy de los que pensaba que el Laser Disc lo iba a petar.

Escúchalo y descárgalas PINCHANDO AQUÍ

Ir a Amatria

Siempre he tenido una relación especial con la música de AMATRIA. ¿Qué por qué? Porque me encanta. Porque AMATRIA es como la tortilla de mi Madre. Yo puedo ir a la compra. Coger patatas y huevos. Llegar a casa. Batir los huevos, freír las patatas, mezclarlo... Y me sale una tortilla. Mi madre va a la compra. Coge patatas y huevos. Llega a casa. Bate los huevos, fríe las patatas, lo mezcla... Y el resultado es una jodida experiencia para los sentidos. Esto es AMATRIA. Una Sublime experiencia gastronómica-musical.

Y en esta ocasión nos ha concedido el privilegio de hacer una pequeña aportación a su arte. Ya que desde ESCRIBUJO hemos participado muy activamente en la parte del diseño gráfico de las postales dedicadas que se adjuntan con la compra de las canciones, y del disco.

Gracias AMATRIA!

La paciente espera de Escribujo

Esta es la historia de uno de los personajes más singulares del siglo XX. Es la historia de cómo la determinación, la ilusión y la pureza de espíritu lleva a las personas irremediablemente a la perdición. De cómo, si deseas algo con mucha fuerza y pones todo tu empeño en conseguirlo, una vez más te comerás una mierda.

Llevaba años parado en la misma esquina. Siempre con su cartel. Esperando. Algunos le conocían como Fanegas el que Espera. Para otros era el Gordaco del Cartel. Los muchachos del barrio le llamaban loco. Decían que se había quedado viudo muy joven, y había perdido el juicio. Los más viejos del bar aseguraban que era un retrasado que se había perdido en una excursión del centro para personas especiales, y que nunca volvieron a recogerle. Cada habitante del pueblo tenía una historia diferente. Todas ellas le dibujaban con grandes problemas mentales. Y es cierto que al mirarle parecía que nadie iba al volante. Pero ¿Quién era en realidad?


A principios de los años noventa, en la localidad murciana de Calasparra, la vida sonreía a Isidoro. Acababa de terminar sus estudios de Tornero Fresador, y comenzaría a trabajar en RENFE, con un buen sueldo, unos beneficios sociales espectaculares y Ticket restaurante a mansalva. Además, la Romería de la virgen era esta semana, y Jacinta, la hija del Boticario de Cieza, le había prometido que iría. Aprovecharía para declararse.

Todo era perfecto. Tendría el trabajo de sus sueños y la mujer de sus sueños. Se puso el traje de los domingos, cogió un ramillete de flores silvestres y un cartel en el que expresaba su amor. Se fue a la estación de autobuses a esperar a su amada.

Cada vez que llegaba un autobús se ponía nervioso, esperando que Jacinta bajase y le viese. Pero iban pasando las horas y Jacinta no venía. Cuando llegó la noche pensó que quizás viniese al día siguiente. Así que se levantó temprano por la mañana y de nuevo a la parada de autobuses. Pasó el día de la misma forma que el anterior. Ella no aparecía. Probó suerte al siguiente, y al siguiente, y al siguiente... Pero el resultado era siempre el mismo.

Con su afán de encontrarse con la hija del boticario, olvidó su entrevista en RENFE. Por lo que no consiguió el trabajo de sus sueños. Pero bueno, aún le quedaba la mujer de sus sueños. Siguió esperando. Ya lloviese o nevase. Ya fuese Navidad o Semana Santa. Isidoro no se movía de su sitio. Incluso cuando cerraron la estación de autobuses él seguía allí. Siempre esperando. Pasaron los meses, los años... Y nadie se presentó.

A día de hoy se ha convertido en un personaje sombrío. Su aspecto se ha vuelto lamentable. Sus ropas están viejas y descoloridas. Las madres asustan a sus hijos para que se coman la sopa, nombrándole como si fuese el coco. Han intentado internarlo en un psiquiátrico varias veces, sin éxito. Su expresión es triste y cansada. Pero mientras los niños le insultan y salen corriendo, mientras las señoras se cruzan de acera para no cruzarse con él, a Isidoro le brillan los ojos por un momento. Un segundo en el que ve pasar un autobús cerca. Se vuelve a poner nervioso creyendo cerca a su enamorada. Y permanece quieto de nuevo. Habiéndolo perdido todo, menos el recuerdo de lo que una vez le hizo el hombre más feliz del mundo.

2013. Un Escribujo en el Espacio



"20 de enero del año 2143. Temperatura exterior 109.4 grados Fahrenheit, humedad del 90%. Niveles de oxígeno aceptables e inexistencia de elementos nocivos en suspensión. Descendemos."

Después de 129 años de travesía interestelar, la cápsula Adventure 2 tomaba tierra. Godofredo Flox era su único ocupante. Aunque no siempre fue así. De hecho la expedición, en sus inicios, estaba compuesta por dieciséis personas repartidas en cuatro naves. Pero durante el largo viaje, tres de los aparatos se averiaron y se perdieron en el espacio, y en el cuarto los años se llevaron a la mayoría tripulación, y sólo uno de sus descendientes llegaría a la meta. La misión encomendada lo merecía. Escribujar los límites del Universo.


Durante el año 2013, después de una colaboración con Amatria, Iñaki & Yorch, los responsables de Escribujo, habían llegado a la cumbre de sus carreras. El reconocimiento internacional era indiscutible. Se habían enriquecido con la venta del merchandising de su blog. Las universidades les llamaban para dar conferencias. Las mujeres les lanzaban sus bragas por la calle... La vida les sonreía. Pero como les pasa a todos los genios necesitaban un reto más. Estaba claro que en la tierra habían llegado a lo máximo posible. No había otra opción que abandonar el planeta para seguir avanzando.

Reclutaron a un puñado de alumnos de FP de los Gárate, y comenzaron su proyecto. En un año todo estaba listo. Se seleccionaron las mentes más brillantes de la comarca de Campo de Calatrava. Al ser un viaje tan largo, ninguno de los que se embarcasen llegaría al final. Serían sus descendientes. Así que se les emparejó para que tuviesen hijos que continuasen la misión. Y ¡a volar!

Godofredo, una vez en la superficie del extraño planeta, tenía que llevar a cabo las instrucciones que estaban en un sobre lacrado y marcado con la frase "Abrir únicamente al llegar al destino". Lo abrió y lo leyó. Su misión era hacer una foto al planeta con el móvil, y mandársela por WhatsApp a Iñaki & Yorch, que se habían quedado en la Tierra, para que hicieran un nuevo Escribujo.

¡Misión Cumplida!