Ciudad Santa de Escribujo


Supongo que, desde un punto de vista actual, se podría pensar que la vida en FreakDown City era dura. Pero para sus habitantes aquello era el paríso. ¿Por qué? Para contestar a esa pregunta hemos de retroceder unos diez años en el tiempo. 

Nos encontramos en Cañete de Pajaroncillo. Capital del pequeño pero orgulloso Reino de La Serranía de Cuenca. El Rey Pero Boroque III tenía un gran problema entre las manos. Sus subditos, al vivir en pueblos aislados, se emparejaban con parientes más que cercanos. Esto estaba provocando que los niños que nacían fuesen mentalmente inestables. Más bien imbéciles. Para la supervivencia del reino era importante solucionar este asunto lo antes posible. Se estableció un plan de acción. Lo primero de todo era traer sangre nueva a La Serranía. Una compañía de los mejores guerreros del rey hizo una incursión en tierras de La Mancha para secuestrar a sus gentes, que se había demostrado que eran unos seres realmente inteligentes, para traerlos a vivir a La Sierra. Por otro lado, se habían comprado unas tierras en La Región de Almería, donde se había construido una ciudad para exiliar a aquellos ciudadanos que más taras físicas y mentales presentaban. A esta ciudad se le dio el  nombre de FreakDown City.

Después de años de mezcla de ADN defectuoso, todos los freakdowneses eran mentalmente inestables y físicamente deformes. De hecho, se sentían orgullosos de sus defectos. Cada año se hacía una votación, y el que más deficiencias presentaba era nombrado gobernador. Pero como el gobernador era imbécil, reinaba el caos. No había ley. No había prohibiciones... Bueno, sólo había una cosa que no estaba permitida. Ser normal. Si un forastero entraba en la ciudad y no tenía defectos serios, estaba obligado a batirse en duelo al amanecer con el más tonto del pueblo. Si ganaba, cosa que ocurría bastante a menudo, ya que los habitantes de FreakDown City no son muy hábiles, debía batirse con otro. Si volvía a ganar, se se volvía a batir con el siguiente, etc. Al final los listos acababan perdiendo y muriendo, aunque se llevasen a siete tontos por delante.

A pesar de la ausencia de ley, sanidad, higiene o sentido común, FreakDown City era una Ciudad Santa para aquellos que sufrían mofas y persecución en sus lugares de origen. Un oasis de estupidez y fealdaz, donde encontraban refugio todos los que no cumplían los estándares de belleza e inteligencia socialmente establecidos.

2 comentarios :

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