Terror Escribujo

Aunque años atrás yo era el rey del terror, a día de hoy nadie me toma en serio. Se hacen películas revisando los personajes de vampiros y hombres lobo. Las brujas son un tema recurrente en televisión. Hasta hubo una trilogía dedicada a una momia. Pero yo no. 

Soy el único personaje de terror clásico que no ha trabajado en los últimos 30 años. Al principio lo achaqué a la insensibilización de la sociedad. Soy un personaje de apariencia terrorífica, pero en el fondo tengo buen corazón. La gente no me ve con terror sino con ternura. Pero aunque me consolaba pensar de esta forma, la realidad es que el intrusismo laboral es el que me ha robado protagonismo. Malditos Zombies... 

Da igual como los llamen. Infectados, caminantes, muertos vivientes... Todos la misma mierda. A mi me creó  el Doctor Víctor Frankenstein con piezas de muertos. Era algo poético, y la gente no supo ver la belleza de mi creación. Por eso me temía y me quería muerto. No me entendían. Yo tenía sentimientos. 

Pero los putos Zombies no son nada. Cuerpos que se mueven. Despojos orgánicos hambrientos de cerebros humanos. Unas veces lentos y patosos. Otras rápidos y mortales. Pero cuerpos sin alma. No plantean ningún reto intelectual al espectador. No hay antítesis entre el monstruo exterior y la belleza interior. Solo sangre. Masticado. Mi origen se explica con el deseo de un doctor de crear vida. Los Zombies se explican por un virus... ¡¡¡Un virus!!! Vaya mierda de inicio. 

Productores de Hollywood, por favor, denme trabajo. Hagan un Remake o me tendré que rebajar a presentarme al casting de Gran Hermano VIP.

En fin, el terror clásico a muerto.

El Escribujo más corto Jamás contado

Todas las golfas van al cielo. Al cielo de las Golfas.

El Escribujo tenía un precio.


Todo empezó en Julio del 1985. Mis padres acababan de comprar una televisión. Una Telefunken de segunda mano, con piquetes en la caracasa. En la esquina superior derecha de la pantalla todos los colores tenían un matiz verdoso. No era lo mejor del mercado, pero sí lo mejor que se podían permitir. 

En esos años la oferta televisiva se reducía a dos canales. Ambos de Televisión Española. Yo estaba emocionado e hipnotizado por lo que años después fue denominado "Caja Tonta". Series como David el Gnomo o Quo Vadis, y programas como Viajeros en el Tiempo o Si lo sé no Vengo, llenaban mis tardes. Pero lo que marcó mi existencia fue una pelicula. LA PELICULA. 

Dios quiso que dos de los mejores artistas de la historia se aliasen para dar a luz una obra maestra. La Diligencia. John Ford dirige a John Wayne. Esta fue mi primera experiencia Western. Me quedé prendado del coraje de los cowboys, de la falta de ética de los villanos y de la dureza de la vida en el Oeste. A partir de ese momento mi vida giraba en torno a las peliculas de Vaqueros. El hombre que mató a Liberty Valance, Río Bravo, Murieron con las botas puestas y sobre todo Por un Puñado de Dólares de Sergio Leone, en la que Clint Eastwood se convierte en el prototipo de antiheroe.

Casi sin darme cuenta había tomado una decisión. Yo mismo sería un cowboy moderno. Pero no un oficinista con sombrero y espuelas, sino en vaquero como los de antes. Cuando se lo dije a mis padres me respondieron con dos bofetones épicos. Pero no consiguieron doblegar mi voluntad. Sin el consentimiento ni el apoyo económico de mis progenitores me escapé a Almería haciendo autoestop. Después de miles de peticiones, súplicas y amenazas fui contratado en el Mini-Hollywood. Allí me formaron en todas las artes del perfecto Cowboy. Cuando entendí que no tenía nada más que aprender en ese lugar, me escapé en mitad de la noche. Llevando conmigo el mejor caballo, mis ropas de vaquero y mi revolver.

Desde entonces me dedico a vagar por las llanuras andaluzas. Robo ganado, he asaltado algún tren, me he batido en duelo en infinidad de ocasiones y he buscado oro en el desfiladero de Despeñaperros. Muchos Sheriff Civiles han intantado detenerme, pero sus motocicletas del Seprona no son capaces de alcanzarme cuando cabalgo entre los riscos. 

Hoy soy una leyenda y como todos soy perseguido. Se ofrecen recompensas por mi cabeza. Muchos me conocen como "El loco del caballo", otros como "Don Quijote del Oeste", y mil alias más. Quizá no me comporto como la sociedad espera de uno de sus ciudadanos, pero soy quien soy, y esta es la vida que he elegido.