Y casi sin darnos cuenta hemos convertido nuestro planeta en un lugar muerto. En un mundo parecido a aquellos post-apocalípticos que describieron Orwell o Kubrick. Ha desaparecido el 98% del agua. Los que eran océanos y mares son extensas salinas carentes de cualquier tipo de vida, donde la temperatura alcanza los 52 grados por el día y los 20 bajo cero durante la noche.
Las pocas comunidades de seres humanos que quedan se establecen en los cauces de los viejos grandes ríos y en los lechos de lo famosos grandes lagos. Estos son los únicos lugares donde la tierra aún es fértil. Pero existen unas cuantas personas que aún habitan en sus ciudades de origen.
Este era el caso de Sofía. Permanecía en las tierras sobre las que un día reinó su familia. Desde la muerte de su padre y la desaparición de su hermana Leonor, de la que se cree que vive en lo que hace años fue el lago Míchigan, ella se siente responsable de la dinastía, el reino y su legado. Se afana por conseguir que la vegetación sobreviva en lo que un día fueron sus dominios. Pero se le agota el tiempo. Ya es muy mayor, y si no consigue resultados pronto no quedará nadie que continúe su tarea.
Tomemos nota, que triste,yo por si acaso, he plantado dos macetas con tomates y pimientos.
ResponderEliminarchicos
ResponderEliminarme hago fan del escribujo
un besico
GEMMA NUÑEZ DE ARENAS