La Fiebre del Escribujo.


Eliodoro Delgado nació en un pequeño pueblo de la Estepa Manchega. Sus padres eran jornaleros en una de las fincas del Conde de Guadaltorre, y no habían recibido formación ninguna. Pero el sacerdote del lugar había descubierto en él una mente abierta y despierta, por lo que le incitó a leer y desarrolló sus aptitudes. Eliodoro se convirtió en un joven culto, pero el lugar donde vivía no le ofrecía ninguna oportunidad. Un día llegó al pueblo Paquillo "El Pintas", que 15 años antes había marchado a América a hacer fortuna, y lo consiguió. Ahora se hacía llamar Don Francisco. Una tarde Eliodoro entró en la cantina y encontró a Don Francisco contando maravillosas historias de como se hizo rico por medio de Minas de Sirope. Según él, en el Oeste Americano el Sirope fluía en ríos, y sólo había que extender las manos para cogerlo. Pero también describió aquella tierra como un sitio hostil, sólo apto para los más valientes.

Veinte días depués de aquello, Eliodoro se embarcó rumbo a América. Lo que le llevó a la situación actual. Paquillo "El Pintas" no exageraba cuando hablaba de lo peligroso que esto resultaba. De hecho, se quedó corto. Con lo que si exageró es con la cantidad de Sirope que se podía encontrar. Las noticias de dinero fácil habían atraido a miles de personas de todo el mundo, y la sobre-explotación de los manantiales de Sirope hacían que empezase a escasear. Gente de la peor calaña mataba a discrección por un vaso de sirope. El mismo Eliodoro había tenido que disparar en más de una ocasión para proteger lo poco que conseguía con muchísimo esfuerzo. Por las noches se sentaba a la luz de la hoguera y tocaba la bandurria, mientras pensaba en lo que echaba de menos el atardecer en La Mancha. Y sobre todo la seguridad de encontrarse en su casa. Una tierra que por ser tan pobre, nadie se molestaba en intentar quitarte lo tuyo. Ya que nadie tenía nada.

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